En las maquetas no hay huelguistas, ni manifestantes, ni pobres, no
hay cacas
de perro, no hay viento, jamás llueve, no hace ni frío ni calor.
De
la maqueta no llegan gritos de contribuyentes indignados preguntando a las
autoridades
de dónde van a sacar el dinero para la obra faraónica que se
proponen perpetrar.
En las maquetas, los retretes están siempre limpios y los
árboles son de hoja perenne
y el agua del estanque es cristalina. La maqueta
inviste de divinidad al poderoso.
Juan José Millás